PRESENTACIÓN

La red está llena de información, tanta que es muy fácil perderse en ella. Seguramente lo que pueda escribir ya está dicho en algún otro sitio. Sin embargo, me he decidido a hacerlo porque disfruto con ello y porque, quién sabe, quizás alguien pueda encontrar aquí algo que no habría leído en otro lugar. El propósito de este blog es compartir reflexiones personales e "intercambiar conocimientos" relacionados con la psyché, el alma o el "ser persona". Os invito a enriquecer mis entradas con comentarios, preguntas o sugerencias.



sábado, 29 de septiembre de 2012

Dificultades en las relaciones interpersonales

¿Qué es lo que en realidad sucede en el interior de una persona diagnosticada con TLP? ¿Por qué les cuesta tanto manejar sus emociones? ¿Por qué tienen tantos problemas en las relaciones y tanto miedo? ¿El TLP es enfermedad o personalidad? ¿Qué salidas hay para las personas con este tipo de problemas? ¿Existen tratamientos eficaces?
En textos anteriores he intentado dar respuesta a alguna de estas preguntas (http://www.actualpsico.com/?s=TLP). En este post voy a referirme a la “inestabilidad en las relaciones” -que es típica, aunque no exclusiva, del trastorno límite de personalidad (TLP)-  desde el punto de vista de dos autores relevantes en este ámbito de la psicología.
Según Marsha M. Linehan, creadora de la Terapia Dialéctico-Conductual, la inestabilidad en las relaciones es consecuencia de la desregulación emocional. La desregulación emocional es la dificultad para manejar adecuadamente las emociones, sin reprimirlas pero sin descontrolarse; se manifiesta por ejemplo en crisis de ansiedad, explosiones de ira, episodios de llanto que parecen no acabar nunca… Además, el descontrol de las emociones tiene un impacto muy negativo sobre la confianza en uno mismo. Esta dificultad con las propias emociones afectaría directamente a las relaciones con otros. Dicho brevemente: si uno no es capaz de tolerar y gestionar sus emociones ni de confiar en sí mismo, es difícil que pueda establecer una relación íntima satisfactoria.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Congresos en Noviembre

En la entrada de hoy presento dos congresos que van a tener lugar en el mes de Noviembre y que me parecen de gran interés:
·        II CONGRESO INTERNACIONAL DE BIOÉTICA: bioética, neuroética, libertad y justicia (Congreso Bioética 2012)
Se celebrará en Valencia, del 12 al 14 de noviembre 2012.
El año 2012 ha sido reconocido como el Año de la Neurociencia, un tipo de saber que se propone desentrañar las bases cerebrales de la conducta humana. Esta disciplina pretende iluminar algunos de los grandes problemas de la Filosofía y de las cuestiones planteadas por la Bioética e incluso hay quien proclama que permite fundamentar una ética universal.
El congreso se ocupará de mostrar los nuevos desafíos que plantean las neurociencias a disciplinas como la medicina, la psicología o la filosofía, así como de profundizar en el estudio de las teorías filosóficas de la libertad y la justicia.
·        I CONGRESO NACIONAL DE INTELIGENCIA EMOCIONAL (Congreso Inteligencia Emocional 2012)
Se celebrará en Barcelona, del 8 al 10 de noviembre 2012. Está dirigido a profesionales de los ámbitos de las ciencias sociales y de la salud, así como a cualquier persona interesada en conocer los últimos avances en el campo de la Inteligencia Emocional (IE).
La IE es un concepto surgido hace ya más de dos décadas -divulgado al gran público por el conocido libro de Daniel Goleman- y que se mantiene en constante actualización, dado el interés que supone tanto para investigadores y profesionales de diversas áreas (psicología clínica, medicina, enseñanza, educación social, deporte, empresa…), como para cualquier persona que quiera crecer en libertad o educar a sus hijos para que crezcan como personas sanas, felices y comprometidas.






sábado, 15 de septiembre de 2012

Especialista en personas

El otro día escuché decir a una compañera de profesión “cuando me preguntan en qué soy especialista, yo contesto que soy especialista en personas”. Esta frase me hizo reflexionar.


Yo soy (psicóloga) “especialista en clínica”, que es lo que me dijeron que tenía que ser para poder ayudar profesionalmente a las personas con “problemas emocionales”, “trastornos mentales”... o, en definitiva, las personas que buscan ayuda porque algo funciona mal en su vida y les genera sufrimiento. Con la especialidad en clínica (PIR) te formas en un centro hospitalario, con psicólogos clínicos y psiquiatras, donde aprendes a diagnosticar y a tratar a personas con diversos “trastornos”: depresión, ansiedad, psicosis, conductas adictivas y un largo etcétera.
En los últimos años, la psicología clínica se ha ido subespecializando; por un lado, la formación PIR se ha ampliado y se han abierto nuevas áreas de competencia; por otro lado, da la sensación de que la formación de postgrado se multiplica a velocidad de vértigo. Ya no vale con ser psicólogo clínico; hay que ser especialista en algún trastorno. En los centros privados se ofertan puestos de trabajo a los que sólo se puede acceder si se ha hecho, por ejemplo, un máster en “trastornos de la conducta alimentaria” o en “drogodependencias”. Dejando a un lado las evidentes razones económicas (un máster es una fuente de ingresos nada desdeñable para la Universidad o Centro que lo imparte), esto me parece un reflejo de la progresiva especialización y tecnificación del mundo moderno. El conocimiento en casi todos los ámbitos crece a pasos agigantados y es necesario seleccionar un área muy pequeña para poder abarcarla y profundizar en ella hasta convertirse en experto. Esto podemos verlo en numerosas profesiones, como por ejemplo la física o la informática.

domingo, 9 de septiembre de 2012

PARA EMPEZAR EL CURSO CON BUEN PIE

"No podemos controlarlo todo. Pero el hecho de elegir la simplicidad siempre que es posible, incorpora a la vida el ingrediente de la libertad profunda, algo que nos resulta extremadamente esquivo, así como un sinfín de oportunidades para descubrir que menos puede ser más"
(Kabat-Zinn,Mindfulness en la vida cotidiana)

Algunas lecturas para ayudar en el cultivo del "jardín interior" y empezar el curso con ánimos renovados:
  • Con rumbo propio(A.Martín Asuero). Se puede consultar la reseña en este enlace de Actualpsico: http://www.actualpsico.com/?s=mart%C3%ADn+asuero
  • El viaje al ahora. Una guía sencilla para llevar la atención plena a nuestro día a día. (Jorge Barraca). Ameno y agradable a la par que riguroso. Tiene dos partes, una teórica con cuentos-metáforas introductorios a los distintos capítulos, y una parte práctica, con ejercicios para introducirse de manera progresiva en la práctica cotidiana de la atención plena. Apropiado para personas con alteraciones del estado ánimo, problemas de ansiedad, o en general cualquier tipo de dificultades para gestionar las emociones, personas que tienden a preocuparse en exceso, obsesivas, controladoras… y, en general, para cualquiera que quiera iniciar un camino de autoconocimiento y liberación interior.
  • Mindfulness en la vida cotidiana (Jon Kabat-Zinn): un libro en el que el "maestro" Kabat-Zinn comparte reflexiones y experiencias que nos abren al arte y el don de la meditación. Para saborear cada párrafo mientras nos adentramos en busca de nuestro propio centro.

sábado, 8 de septiembre de 2012

El "jardín zen" interior

Es una tarde de (casi) finales de verano, una tarde, por cierto, agradablemente fresca y, mientras descanso antes de reanudar mis tareas, observo la multitud de pensamientos que pasean por mi mente en tranquilo desorden. Me detengo en el jardín zen. No es que tenga uno, ni "de verdad" ni de adorno, pero la imaginación puede construir cualquier tipo de jardín que uno desee ¿o no? Y decido seguir el hilo de esta imagen-pensamiento.
El jardín zen (al que me refiero, que no es el de verdad sino el de "juguete") es un producto curioso, que desde hace tiempo puede encontrarse en las estanterías de todo tipo de tiendas y cuya descripción ahorro al lector porque es seguro que habrá visto más de uno. Está hecho a imitación de un tipo de jardines japoneses, supuestamente utilizados como forma de meditación por los monjes Zen (no soy experta en esto, pero wikipedia da una explicación bastante completa).

domingo, 2 de septiembre de 2012

El problema del diagnóstico en salud mental

En estos enlaces a la página web "Actualpsico" se pueden encontrar textos de la autora sobre el problema de los diagnósticos en salud mental en general y, en particular, en el trastorno límite de personalidad. Sobre este tema se volverá en próximas entradas:

Las etiquetas en el TLP

sábado, 1 de septiembre de 2012

Trastorno límite de personalidad ¿identidad o enfermedad?

En un artículo anterior (accesible a través del enlace colgado el 25/08/12) exponíamos la polémica acerca de la “existencia independiente” del Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) como entidad propia. A partir de multitud de estudios se ha llegado a la conclusión de que, en efecto, a pesar de aparecer asociado a gran cantidad de trastornos mentales, el TLP posee características propias que permiten diagnosticarlo de manera independiente. En pocos meses saldrá probablemente a la luz la nueva versión del Manual Diagnóstico de trastornos mentales (DSM-V) y todo parece indicar que el TLP no ocupará el mismo lugar que ocupa actualmente en las clasificaciones.

Independientemente de la cuestión de las clasificaciones que, en principio, vienen siendo trabajadas por expertos, cabe plantearse: con las características que ya conocemos sobre este trastorno, ¿es el TLP una enfermedad o una forma de ser? No es una pregunta intrascendente y la respuesta a ella puede condicionar en buena parte los tratamientos elegidos para “curarlo” o “paliar sus síntomas”.


El TLP presenta características peculiares que llevan a cuestionar su “categoría” de trastorno de personalidad: por ejemplo, los trastornos de personalidad se consideran una “forma de ser” estable, rígida, invariable, y sin embargo se ha observado que el TLP es característicamente inestable en el tiempo, si bien es más estable que otras enfermedades mentales como la depresión mayor. Algunos autores han señalado que, mientras que otros trastornos de personalidad no suelen mejorar o incluso pueden empeorar, para el TLP suele existir mejoría (siempre que no se quite la vida antes). Esta supuesta mejoría entraría en colisión con el concepto de TLP como un trastorno con rasgos desadaptativos persistentes, y lo acercan más al de estado y enfermedad descritos en el DSM-IV-TR.

Por otro lado, parece tener mejor pronóstico que otras enfermedades mentales graves, como el trastorno bipolar. A este respecto, las fluctuaciones en el ánimo típicas que presentan las personas con TLP -y que a menudo son muy intensas y se experimentan como fuera de control- no indican trastorno bipolar, forman parte del propio TLP y pueden mejorar notablemente con un tratamiento psicológico adecuado, mientras que el trastorno bipolar requiere ineludiblemente de una medicación estabilizante del ánimo que a menudo se ha de tomar de por vida. A veces hace falta observar la evolución y la respuesta a los tratamientos, para poder distinguir si la persona tiene un trastorno bipolar, un TLP, o las dos cosas.

Indudablemente, la mayoría de personas con diagnóstico de TLP toman psicofármacos en algún momento de su vida, y a veces crónicamente. Pero la diferencia con otras enfermedades mentales es que la medicación tiene un papel muy pequeño en la recuperación del TLP, resultando útil para mejorar algunos síntomas, como la impulsividad, o para tratar los trastornos comórbidos, cuando se dan, como la depresión mayor. En este sentido, no parece que podamos hablar del TLP como “enfermedad”, tal y como es comúnmente entendido este concepto. Por otro lado, como ya decíamos en otro post, aunque se ha identificado un conjunto de factores genéticos, neurofisiológicos y medioambientales que predisponen a sufrir TLP, no se han demostrado relaciones causa-efecto. Tampoco existen pruebas genéticas o de neuroimagen para su diagnóstico.

Como vemos, no es fácil “situar” el TLP en el contexto de las enfermedades mentales, ni se puede equiparar con otros trastornos de personalidad. En cualquier caso, lo que sí sabemos es que este nombre no hace referencia a rasgos inmutables, voluntariamente elegidos ni que formen parte de la esencia más íntima de la persona.

Sobre todo, es importante distinguir trastorno de persona. Por un lado, dos personas con diagnóstico de TLP pueden ser totalmente diferentes en su forma de ser. Por otro lado, cualquier persona es mucho más que un trastorno. Esto parece obvio, pero por desgracia no lo es tanto. Es habitual –al menos en entornos clínicos- escuchar la frase “soy TLP” o “es un TLP”; parece como “ser hipertenso” o “ser diabético”. En cierto sentido, podría existir un paralelismo, pero deberíamos cuidar el uso que hacemos del lenguaje, pues puede acarrear consecuencias nefastas. Podemos decir que una persona ha sido diagnosticada de TLP o tiene “tales” dificultades; pero su diagnóstico y sus dificultades nunca definen a la persona. La cuestión es que las personas normalmente no se identifican con sus enfermedades físicas: si a Pepe le diagnostican hipertensión, sigue siendo Pepe, aunque tenga que cuidar su dieta o tomar medicación porque es hipertenso. En cambio, una persona con TLP, en parte debido a sus dificultades nucleares (i.e. difusión de la identidad) y a menudo potenciado por su entorno (incluidos, muchas veces, los profesionales), acaba con frecuencia identificándose con su problema, definiéndose como “TLP” y olvidando que aunque “tenga un TLP”, ella es muchas más cosas, ante todo, persona humana, con sus necesidades, deseos, sueños, dificultades y también recursos.

Al fin y al cabo, el TLP es un constructo y no debería ser más que eso, algo que se ha “inventado” –eso sí, en base a la experiencia y estudios de muchos profesionales- para explicar un conjunto de problemas que suelen aparecer relacionados, y cuyo objetivo no es “definir” a nadie, sino ayudar a entender y a buscar soluciones.