« El amor es algo demasiado
grande y profundo para que se pueda comprender, medir o limitar dentro del
marco de las palabras(…) No habría escrito esto si no creyera que el intento
tiene algún valor, aunque no sé hasta qué punto lo tiene; por este motivo,
empiezo el análisis advirtiendo que el intento resultará en algunos aspectos
inadecuado.
Una consecuencia de la
naturaleza misteriosa del amor es que, hasta ahora, que yo sepa, nadie ha dado
una definición verdaderamente satisfactoria de este concepto. (…)Yo defino el
amor como la voluntad de extender los
límites del propio yo, con el fin de impulsar el desarrollo espiritual propio o
ajeno. (…)
Esta definición del amor
incluye tanto el amor por uno mismo como el amor por otro, pues si todos formamos parte del género humano,
al amar a los de nuestra propia especie, nos amamos a nosotros mismos. Es
sumamente difícil dejar a un lado nuestro propio desarrollo espiritual a favor
del de cualquier otra persona. No podemos ser una fuente de fuerza si no
promovemos nuestra propia fuerza. El amor
hacia uno mismo y el amor hacia los demás no sólo van asociados sino que, en
última instancia, no se pueden distinguir.
Además, el acto de extender los propios límites implica esfuerzos. Uno
extiende sus límites sólo superándolos y esa superación requiere esfuerzos.
Cuando amamos a alguien, sólo se lo podemos demostrar a través de nuestros
actos. (…)
El deseo de amar no es en sí mismo amor. El amor es un
acto de voluntad, es intención y acción.
La voluntad también implica elección: no tenemos
que amar, sino que elegimos, decidimos
amar».