Hace unos días, a través de una amiga, conocí el cortometraje validation. Primero me hizo sonreír; después me hizo recordar, agradecida, a personas que me han hecho sonreír a lo largo de mi vida… y compartirlo con alguna de ellas, lo cual, a su vez, les hizo sonreír; por último, para qué negarlo, me arrancó algunas lágrimas y me sirvió como trampolín para bucear un poco en mi interior.
Lo cierto es que el desarrollo argumental de la historia "subida a la fama-caída en desgracia-final feliz" resulta para mi gusto un poco ñoño y manido. Ésta es mi crítica al vídeo, sobre la que no me voy a extender. Quiero en cambio compartir mi reflexión sobre el eje alrededor del cual -desde mi punto de vista- se articula esta historia y que la convierte en algo especial, diferente de cualquier otra“historia bonita”. (Aclaro que basaré mis comentarios en una "traducción libre" de la versión inglesa, pues los subtítulos en castellano me han parecido bastante desacertados).
En un inteligente juego de palabras, el vídeo comienza mostrando a una persona que va a "validar" o sellar su tique por dos horas de estacionamiento gratuito (en inglés, “validation parking”) y recibe, junto con el sello, una "validación" de muy distinto tipo.
La RAE define validar como “dar fuerza o firmeza a algo, hacerlo válido”. Algunos autores en psicología empleamos este término en un sentido similar (aunque no idéntico). Por otro lado, la descripción del vídeo alude al concepto de “sincronicidad”, definido por C.J.Jung como la «coincidencia temporal de dos o más sucesos relacionados entre sí de una manera no causal, cuyo contenido significativo sea igual o similar». Como vemos, aparecen diversos “hilos” de pensamiento y de experiencia entretejiéndose en este vídeo y sobre los que podríamos reflexionar ampliamente. Para no extenderme más de la cuenta, y dejando a un lado cuestiones terminológicas, hablaré de lo que a mí me ha significado esta historia: el poder del reconocimiento y la validación.