Ayer escuché una de las mejores
conferencias que he oído nunca en un congreso relacionado con la salud mental. Olga
Runciman (Dinamarca), psicóloga clínica, diplomada en enfermería psiquiátrica y
“escuchadora de voces”, compartió un trocito de su historia y de su trabajo en la I Jornada de Iniciativas de Usuarios de
Salud Mental, que tuvo lugar en la Escuela Valenciana de Estudios de la
Salud.
Diagnosticada de esquizofrenia en su
juventud (aunque las “voces” le acompañaban desde la infancia), internada en un
hospital durante largo tiempo y recluida, durante 10 años, en un estrecho
espacio vital de “enferma crónica”, con los consabidos efectos secundarios de
la medicación… y los no menores efectos del “rótulo” acompañado de rotundas aclaraciones
de los profesionales: “nunca va a curarse, nunca podrá volver a trabajar,
siempre necesitará ayuda”.
Así fue… hasta que, al borde del suicidio, entendió
que lo que realmente deseaba era Vivir y que debía intentarlo todo antes de
rendirse. Así que inició un radical cambio de rumbo; entre otras cosas, buscó
una terapeuta a la que poderle narrar la historia de su vida (en contra de la
opinión de los profesionales que le habían tratado hasta entonces)… y dejó la
medicación (esto asusta a los profesionales, pero así fue). Ése fue el comienzo
de la recuperación de una “esquizofrénica”. Sí, recuperación. Curación. De la
esquizofrenia, supuesta enfermedad crónica de base genética.
Hoy en día Olga es una gran
profesional… y amiga de sus “voces”.